sábado, 4 de octubre de 2008

Paleolagos Pleistocenos en Puna

Figura 1. Paleocostas en laguna Diamante a 4500 m de altura.


PALEOLAGOS PLEISTOCENOS EN LA PUNA AUSTRAL, PORVINCIA DE CATAMARCA, ARGENTINA.

Dr. Pablo Tchilinguirian

UBA-CONICET

Publicado en: Congreso Geológico Argentino 2008

Las investigaciones referentes a la dinámica paleoclimática durante el Cuaternario en la cordillera de los Andes (18ºS-24ºS) se han centrado tanto en el reconocimiento de las expansiones-retrocesos glaciarios como en las trasgresiones-regresiones lacustres. Numerosos y extensos paleolagos fueron reconocidos en el Altiplano que se extiende al sur de Perú, en Bolivia y en el norte de Chile. Los mismos registraron varios ciclos de expansión-retracción durante el Pleistoceno tardío dando como resultado varios niveles de terrazas lacustres (Igarzabal 1984, Clapperton 1993, 1997, Grosejan 1994, Abril y Amengual 1999, Servant et al. 2003, Barker et al. 2001, Bobst et al. 2001, Godfrey et al. 2003 y Plazeck et al. 2006 ).

El presente trabajo brinda nueva información acerca de la presencia de paleoformas lacustres en el extremo sur del Altiplano (Fig. 1), es decir en la zona de la Puna Austral Argentina (26ºS-27ºS). El trabajo se realizó mediante la interpretación de fotos áreas (1:50.000), imágenes satelitales (1:5000) y relevamientos de campo que consintieron en el mapeo geomorfológico y la ejecución de perfiles sedimentarios por medio de sondeos efectuados en los salares-lagunas salinas.

Playas de cordones litorales, niveles de terrazas lacustres, paleospigas, antiguos deltas y escarpas de erosión litoral escalonadas fueron reconocidas en 19 salares, playas efímeras o lagunas hipersalinas ubicadas en un ambiente árido de altura (3800-4500 m.s.n.m) donde las precipitaciones anuales son inferiores a los 120 mm y el balance hídrico es marcadamente negativo durante todo el año. Ello sugiere que las geoformas lacustres son relícticas, es decir que se formaron bajo condiciones ambientales diferentes a las actuales. Entre los sitios estudiados se destacan las siguientes cuencas lacustres o salinas: Diamante (26.01ºS, 67.04ºW), Caro (25.55ºS, 67.04ºS), Carachipampa, Alto de las Lagunas (26.13ºS, 66.71ºW), Pasto Ventura (26.76ºS, 67.13ºW), Blanca (26.62ºS, 66.92ºW), Colorada de Culampaja (26.87ºS, 67.13ºW), Cavi (26.29ºS, 67.08ºW), Incahuasi (26.34ºS, 67.66ºW), Grande o Las Parinas (26.24ºS, 67.05ºW) y Salitre (26.24ºS, 67.05ºW).

Las playas de cordones se ubican en toda la periferia de los salares o lagunas mencionados, sin embargo adquieren mayor extensión y desarrollo morfológico en el margen SE (47%) o E (31,6%) lo que permite suponer que los vientos más intensos o frecuentes provenían del cuadrante opuesto durante el desarrollo de los cuerpos lacustres.

Las terrazas litorales tienen un desnivel que varía entre 1 a 25 m y están formadas por playas de cordones y sedimentos lacustres. Cada cordón litoral tienen entre 1 a 2 m de altura y entre 2 a 30 m de ancho según el sitio analizado y se componen de gravas de texturas gruesas y formas redondeadas-subesféricas. Los sedimentos lacustres son arcillas laminadas tipo varves que culminan en bancos calcáreos o travertinos. Los depósitos lacustres y litorales se apoyan en discontinuidad y engranan lateralmente con sedimentos pertenecientes a extensos abanicos aluviales relícticos o inactivos. Estos últimos generalmente vinculados, con paleogeoformas glaciares como ser morenas frontales.

Las paleoformas lacustres se presentan con y sin paleoformas glaciares en la cuencas de aporte. Ello implica que el régimen hídrico de los paleolagos fue de dos tipos: los alimentados por la ablación glaciaria (laguna Blanca, Laguna Caró, Laguna Cavi) tal como lo demuestra la presencia de varves en los depósitos lacustres. Las lagunas Colorada de Culampaja, Alto de las Lagunas, Salitre, Grande no registran paleogeoformas glaciarias en sus respectivas cuencas de aporte, sin embargo registran flujos criogénicos e importantes carpetas de detritos relícticas. Ello sugiere que la alimentación de estas últimas paleolagunas habría sido a partir de las precipitaciones, de los deshielos nivales estacionales o de la ablación estacional del permafrost.

Las paleocostas se desarrollan en todos los cuerpos salinos o lacustres. Preferentemente se ubican en aquellos cuyas cuencas de drenaje abarcan superficies extensas por encima de los 5000 m de altura y relaciones profundidad/superficie altas. Por el contrario, cuerpos salinos, como ser el salar de Incahuasi, con cuencas de aporte de baja altitud y donde la relación profundidad/superficie del cuerpo lacustre es relativamente de bajo valor no desarrollan playas de cordones. Ello sugiere que paleolagunas con cuencas de drenaje más extensas y elevadas y al mismo tiempo con cuerpos lacustres con una relación profundidad/superficie menor fueron más estables y pudieron desarrollar mayor cantidad de fases de estabilización lacustre y desarrollo de cordones.

Se infiere que los altos niveles lacustres se desarrollaron bajo condiciones donde la relación Precipitación (P)/Evaporación (Ev) era mayor que la actual, ya sea por aumentos de la precipitación y/o por disminución de la evaporación por mayor nubosidad o menor temperatura. Se plantea la hipótesis que el mayor peso de la relación P/Ev fue determinada por el valor de la precipitación, debido a que un descenso de la temperatura no permite la alimentación y el balance hídrico positivo en esta región, actualmente árida.

La presencia de paleoformas lacustres el extremo sur de la Altiplanicie permite plantear que las condiciones húmedas en el Cuaternario tardío identificadas en la Altiplanicie Bolivina y Chilena (18º-24ºS) se extendieron hasta el sur de la misma (26-27ºS). En este contexto se infiere que la edad de los paleolagos sería correlacionable con el desarrollo de las fases húmedas del Cuaternario definidas por los mencionados trabajos. En este sentido se sugiere que las fases de estabilización lacustre (desarrollo de playas de cordones continuos con un desnivel mayor a 4 m) podrían estar asociados a las fases húmedas (glaciares o interglaciares) definidas por Placzeck et al. (2006) en el salar de Uyuni. Según el autor los diferentes niveles de paleocostas son asignadas a 6 fases húmedas desarrolladas en forma posterior a los 120000 años y especialmente a las fases Tauca y Copiassa entre 17520 -14120 cal años A.P y 13000-12000 cal años A.P respectivamente.


REFERENCIAS

Abril E.G. y Amengual R., 1999. Niveles de paleocosta en la laguna Pozuelos y el salar de Jama, Puna Jujeña. XVI Congreso Geológico Argentino, Actas II: 23-26. Salta.

Baker P.A., Rigsby C.A., Seltzer G.O., Fritz S.C., Lowenstein T.K., Bacher N.P. and Veliz C., 2001. Tropical climate changes at millennial and orbital timescales on the Bolivian Altiplano. Nature 409: 698–701.

Bobst A.L., Lowenstein T.K., Jordan T.E., Godfrey L.V. and Ku T.-L., Luo S., 2001 a. 106 ka paleoclimate record from drill core of the Salar de Atacama, northern Chile. Paleogeogr. Paleoclimatol. Paleoecol 173: 21-42.

Clapperton Ch., 1993. Quaternary Geology and Geomorphology of South America. 779 p. Elsevier. Amsterdam.

Clapperton C.M., Clayton J.D., Benn D.I., Marden C.J. and Argollo J.,1997. Late Quaternary glacier advances and palaeolake highstands in the Bolivian Altiplano. Quaternary Internacional: 38–39.

Godfrey L.V., Jordan T.E., Lowenstein R.L y Alonso R.L.. 2003. Stable isotope constrains on the transport of water to the Andes between 22º and 26ºSduring the last glacial cycle. Palaeography Palaeoclimatology Palaeoecology, 194: 299-317.

Grosjean M., 1994. Paleohydrology of the Laguna Lejía, north Chilean Altiplano, and climatic implications for late-glacial times. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, Volume 109, Issue 1: 89-100.

Igarzábal A. P., 1984. Origen y evolución morfológica de las cuencas evaporíticas cuaternarias de la Puna Argentina. IX Congreso Geológico Argentino, 3: 595-607.

Placzek C., Quade J. and Patchett P.J., 2006 b. Geochronology and stratigraphy of late Pleistocene lake cycles on the southern Bolivian Altiplano: implications for causes of tropical climate change. Bulletin of the Geological Society of America, 118: 515–532.

Servant M y Servanta-Vildary S., 2003. Holocene precipitation and atmospheric changes inferred fromriver paleowetlands in the Bolivian Andes. Palaeogeography Paleaeoclimatolgy Palaeoecology 194: 187-206.




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